El origen del 1 de mayo se remonta al final del siglo XIX, cuando los trabajadores de las grandes fábricas realizaban jornadas laborales de 12 a 18 horas. En Estados Unidos, el movimiento obrero estaba ganando terreno y reclamaba la jornada laboral de "ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio".

En 1868, el presidente Andrew Johnson aprobó la ley Ingersoll, que establecía la jornada de ocho horas para algunos trabajadores, como los de obras públicas o los empleados de oficinas laborales, pero no para los trabajadores de las fábricas.  La ley fue rechazada por los patrones y algunos estados permitieron aumentar la jornada laboral.

El 1 de mayo de 1886  se logro desmostrar la importancia del  movimiento obrero,ya que se lográron realizar 307 manifestaciones  a las que acudieron 88,000 trabajadores en Chicago, la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos en ese momento.  A pesar de que las manifestaciones se sucedieron en los días siguientes, también hubo altercados. El 4 de mayo, la Policía asesinó a 8 manifestantes después de que un explosivo hubiera acabado con la vida de 7 miembros de las fuerzas de seguridad.

El 21 de junio de 1886, comenzó la causa contra 31 responsables, que luego quedaron en ocho. Hubo muchas irregularidades en el juicio, violándose todas las normas procesales en su forma y fondo. Los apresados fueron encontrados culpables de los cuales tres fueron a prisión y cinco fueron castigados con la pena de muerte. Son conocidos como los "mártires de Chicago": el tipógrafo George Engel, el carpintero Louis Lingg (quien se quito la vida en prisión) y los periodistas Adolf Fischer, Albert Parsons y August Spies. 

Las condenas se ejecutaron el 11 de noviembre de 1887. Los sucesos de Chicago  costo la vida de muchos  trabajadores,  dirigentes sindicales, quienes eran mayoritariamente inmigrantes europeos. En 1954, el papa Pío XII declaró el 1 de mayo festividad de San José Obrero, añadiendo un mensaje católico a este día.

A raíz del ambiente de reivindicación por un lado y la separación mundial por otro, durante la segunda mitad del siglo XX, las conmemoraciones del Día Internacional de los Trabajadores a veces desembocaron en diversos enfrentamientos, alborotos y matanzas, que desencadenaron o fueron causa de cambios políticos de importancia nacional e internacional en algunos.

A principios del siglo XXI, en muchos países los medios de comunicación empezaron a llamar al Día Internacional de los Trabajadores como "Día del Trabajo" en un intento de desconectar la celebración, que ya estaba muy enraizada, de su origen conmemorativo y reivindicativo.

En países capitalistas, como Estados Unidos, se desalentaron tanto desde las empresas como desde el gobierno las celebraciones del 1º de mayo, para evitar una mayor influencia de los partidos y sindicatos de izquierda en el país.  En Portugal, por ejemplo, el Día Internacional de los Trabajadores se comenzó a celebrar libremente tras el triunfo de la Revolución de los claveles el 25 de abril de 1974 y en España no se celebró, con el sentido original de la conmemoración, entre 1939 y 1977, durante la dictadura de Francisco Franco, que fue sustituido por la celebración de la festividad de San José Obrero después de su proclamación vaticana.

Debido a que la festividad tiene un carácter oficial en muchos países, en la actualidad, parte de la población sigue participando en las celebraciones y en sus demandas, mientras que otra parte aprovecha el día de descanso para actividades de ocio, etc.